sábado, 9 de enero de 2021

Artículos: Ciencias y letras

SER DE LETRAS

Manuel Vicent, El País, 6-12-2020

En plena adolescencia a cualquier estudiante se le plantea a su manera la duda de Hamlet: afrontar con ardua entereza el mundo de Pitágoras o dormir, tal vez soñar, navegando plácidamente el cielo de Platón. A partir de un momento en su ánimo se establece el dilema existencial entre álgebra o latín, cálculo o historia, Newton o lengua, Galileo o Miguel Ángel, biología o humanismo, Darwin o Génesis, física cuántica o filosofía, telescopio Hubble o Dios creador del universo. Ser de letras o de ciencias también es una forma distinta de ser y de vivir. Hasta ahora este ha sido un país de letras, poblado de moralistas y leguleyos especialistas en retorcer el verbo hasta convertirlo en puro flato. En las plazas y en los jardines públicos se levantan las estatuas de insignes figuras del pasado, que en su mayoría han sido reyes, santos, conquistadores, políticos, humanistas, jurisconsultos y otros próceres que han gastado su vida echando palabras por la boca y ahora desde el pedestal con el brazo extendido señalan con el dedo un camino de la historia generalmente equivocado; apenas hay algunos científicos esporádicos que hayan merecido el honor del bronce o del mármol. Hubo un tiempo en que por todas partes florecían los pensadores que nos tenían subyugados, pero hoy no existe una figura en el campo del pensamiento, de la cultura, de la política a la que agarrarse. Nadie sabe adónde han ido a parar aquellos intelectuales con pipa, dueños de la verdad y de todas las certezas. El mundo ya no es de letras. En plena confusión la ciencia ha ocupado todo el espacio. Ahora los intelectuales son los científicos, los laboratorios son las sacristías de la nueva religión; en ellas la física cuántica también es filosofía, la biología molecular no se distingue de la poesía, la teología es el vacío. 



TÚ A CIENCIAS, YO A HUMANIDADESa

Pablo Simón, El País. 21/12/2020


Cualquiera que se dé un paseo por las aulas de una universidad constatará dos hechos. De un lado, que las mujeres son claramente mayoría y, del otro, que la distribución por género entre las carreras sigue siendo desigual. Las mujeres, como también pasa en el mercado de trabajo, suelen optar más por estudios ligados a la administración, humanidades o de cuidados. Por su parte, los hombres prefieren grados que implican conocimientos en matemáticas, ciencias y tecnología. 

Tradicionalmente este reparto de roles de género solía ligarse a diferencias “biológicas” las cuales, se suponía, predisponen a determinadas tareas. Sin embargo, la presencia femenina en las diferentes ocupaciones ha cambiado con el tiempo; véase como en 1990 en España había solo un 4% de ingenieras o 6,5% de arquitectas y hoy alcanzan en ambos casos el 21%. Si la biología no cambia, pero su presencia sí, la tesis “naturalista” está descartada y solo quedan dos grandes argumentos. 

Una explicación plantea que estas diferencias son una cuestión de preferencias personales. Si muchas mujeres anticipan una carrera laboral discontinua (por ejemplo, por la maternidad), prefieren empleos más flexibles, incluso cuando eso les pueda penalizar en salario o perspectivas profesionales. La explicación alternativa pone énfasis en los estereotipos de género. Como durante la infancia se adquiere una serie de pautas de conducta ligadas a ser hombre o mujer, cada cual selecciona ocupaciones y estudios acordes. Las mujeres son socializadas con más frecuencia en el trabajo doméstico y de cuidados, luego suelen desarrollar aspiraciones en ese sentido frente a los hombres, para los que se enfatiza el desarrollo profesional y obtener mejores ocupaciones. 

En esta línea el papel de modelos que rompan con los clichés de género es clave. Un experimento reciente de Porter y Serra demostró que la exposición de estudiantes femeninas a otras mujeres que se graduaron con éxito en economía en la misma universidad aumentó en ocho puntos su propensión a estudiar en ese campo. Dicho de otro modo, que las preferencias son condicionales a lo que podemos imaginar sobre nosotros mismos y que la existencia de referentes femeninos puede cambiar las elecciones (profesionales) de las mujeres. 

Uno podría pensar que los campos de estudios y ocupación son algo anecdótico, pero no lo es en absoluto; según entran las mujeres en un determinado sector productivo la remuneración promedio de este tiende a reducirse. Por lo tanto, las causas de la segregación son más sutiles. Las mujeres están insertas en el mundo laboral, tienen más formación… y, sin embargo, no basta. Ya no es estudiar, es qué estudias. Ya no es el título, es qué habilidades te trasmite tu entorno para poder prosperar. Por eso en políticas de igualdad importa tanto la construcción de referentes: solo si hombres y mujeres son capaces de imaginarse libres podrán serlo de manera efectiva.

Y TÚ, LEONARDO, ¿ERES DE CIENCIAS O DE LETRAS?

Jorge Marirrodriga, El País, 9/11/2018

Decimos que nuestro sistema educativo obliga a chicos y chicas de 14 o 15 años a optar demasiado pronto por un camino concreto de su formación. “Ciencias o letras” le llamamos (aunque los de letras deberíamos contraatacar diciendo: “Humanidades y números”, pero eso es otro artículo). En realidad, los padres, tíos o invitados que pasan/pasamos por ahí también colaboramos en el carácter forzado de la elección. Vemos a un familiar de esa edad, no sabemos qué decir y seguro que antes de treinta segundos soltamos: “Y tú, ¿de ciencias o de letras?” “Ni idea”. “Pues ya te toca elegir” Es verdad que hoy en día los jóvenes tienen más recursos para dejar fuera de juego a quienes les preguntan “¿Y tú qué quieres ser?” “Youtuber, streamer, o influencer en general. Y si tiene que ver con Fornite, mejor”. “Hummm... Ahhh, creo que voy a la cocina a buscar algo”.

Imaginemos ahora que abordamos a un adolescente en una reunión familiar y tras las dos frases de rigor, y sin saber qué añadir, le hacemos la pregunta fatídica. Y él o ella, sin mirar a los ojos —son así— nos dice: “Ni idea... me gusta saber cómo funcionan las cosas y tengo algunas ideas sobre máquinas que podría construir. Pero también me gusta pintar. No se me da mal. Y me encanta hacer cosas con las manos. Mira, de este yogur que tengo en la mano acabo de sacar la cara de la abuela. ¡Ah! Adoro escribir. Escribo sobre todo; lo que pienso, lo que hago y lo que podría hacer. Como mis hermanos son unos cotillas (perdona, pero creo que lo han heredado de tu rama familiar) escribo de forma que solo se pueda leer en un espejo. Y lo hago con ambas manos. También me fascina la medicina y cómo funciona el cuerpo humano. Toco tres o cuatro instrumentos. No pongas esa cara. En realidad es fácil, solo hay que comprender el código matemático de las partituras. Claro que no estaría mal tratar de hacer más fácil la vida a los demás. ¿Sabes? El lío del tráfico tiene mucho que ver con el trazado urbanístico... o tal vez con los políticos que se creen muy importantes; deberían leer a Marco Aurelio...”.

Florencia ha comenzado a celebrar el quinto centenario de Leonardo da Vinci. Un italiano universal cuya vida merece la pena conocer, y al que afortunadamente nadie preguntó: “Tú, ¿ciencias o letras?”.




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