domingo, 7 de febrero de 2021

Algunos poemas sobre el Quijote (escritos por poetas del siglo XX)

Letanía al señor don Quijote (fragmento), de Rubén Darío


Rey de los hidalgos, señor de los tristes,

que de fuerza alientas y de ensueños vistes,

coronado de áureo yelmo de ilusión;

que nadie ha podido vencer todavía,

por la adarga al brazo, toda fantasía,

y la lanza en ristre, toda corazón.

 

Noble peregrino de los peregrinos,

que santificaste todos los caminos

con el paso augusto de tu heroicidad,

contra las certezas, contra las conciencias

y contra las leyes y contra las ciencias,

contra la mentira, contra la verdad […]

 

¡Ora por nosotros, señor de los tristes

que de fuerza alientas y de ensueños vistes,

coronado de áureo yelmo de ilusión!

¡Que nadie ha podido vencer todavía,

por la adarga al brazo, toda fantasía,

y la lanza en ristre, toda corazón!



De Miguel de Unamuno


Tu evangelio, mi señor Don Quijote,

al pecho de tu pueblo cual venablo

lancé, y el muy bellaco en el establo

sigue lamiendo el mango de su azote,

y pues que en él no hay de tu seso un brote,

me vuelvo a los gentiles y les hablo

tus hazañas, haciendo de San Pablo

de tu fe, ya que así me toca en lote.

He de salvar el alma de mi España,

empeñada en hundirse en el abismo

con su barca, pues toma por cucaña,

lo que es maste, y llevando tu bautismo

de burlas de pasión a gente extraña

forjaré universal el quijotismo.  


“A don Miguel de Unamuno”, de Antonio Machado 


Este donquijotesco

don Miguel de Unamuno, fuerte vasco, 

lleva el arnés grotesco

y el irrisorio casco

del buen manchego. Don Miguel camina, 

jinete de quimérica montura, 

metiendo espuela de oro a su locura, 

sin miedo de la lengua que malsina. 


A un pueblo de arrieros, 

lechuzos y tahúres y logreros

dicta lecciones de caballería. 

Y el alma desalmada de su raza, 

que bajo el golpe de su férrea maza

aun duerme, puede que despierte un día. 

Quiere enseñar el ceño de la duda, 

antes de que cabalgue, al caballero; 

cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda

cerca del corazón la hoja de acero. 


Tiene el aliento de una estirpe fuerte

que soñó más allá de sus hogares, 

y que el oro buscó tras de los mares. 

El señala la gloria tras la muerte. 

Quiere ser fundador y dice: Creo; 

Dios y adelante el ánima española... 

Y es tan bueno y mejor que fue Loyola: 

sabe a Jesús y escupe al fariseo. 



Vencidos ( 1920 )

León Felipe

 


Por la manchega llanura

 se vuelve a ver la figura

 de Don Quijote pasar,

 Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,

 y va ocioso el caballero sin peto y sin espaldar,

 va cargado de amargura,

 que allá encontró sepultura su amoroso batallar.

 Va cargado de amargura

 que allá "quedó su ventura"

 en la playa de Barcino, frente al mar.

 Por la manchega llanura

 se vuelve a ver la figura

 de Don Quijote pasar,

 Va cargado de amargura,

 va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.

 

¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura

 en horas de desaliento así te miro pasar!

 ¡ Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura

 y llévame a tu lugar;

 hazme un sitio en tu montura,

 caballero derrotado,

 hazme un sitio en tu montura,

 que yo también voy cargado

 de amargura

 y no puedo batallar!

 Ponme a la grupa contigo,

 caballero del honor,

 ponme a la grupa contigo

 y llévame a ser contigo

 pastor.


 Por la manchega llanura

 se vuelve a ver la figura

 de Don Quijote pasar.

 


Vámonos al campo”, de Blas de Otero 


Señor Don Quijote, divino chalado,

hermano mayor de mis ilusiones,

sosiega el revuelo de tus sinrazones

y, serenamente, siéntate a mi lado.

Señor Don Quijote, nos han derribado

y vapuleado como a dos histriones.

A ver, caballero, si te las compones

y das vueltas al dado.

Debajo del cielo de tu idealismo,

la tierra de arada de mi realismo.

Siéntate a mi lado, señor Don Quijote.

Junto al pozo amargo de la soledad,

la fronda de la solidaridad.

Sigue a Sancho Pueblo, señor Don Quijote.





«A Sancho Panza»

Gabriel Celaya


Sancho-bueno, Sancho-arcilla, Sancho-pueblo,

tu lealtad se supone,

tu aguante parece fácil,

tu valor tan obligado como en la Mancha lo eterno.

Sancho-vulgar, Sancho-hermano,

Sancho, raigón de mi patria que aún con dolores perduras,

y, entre cínico y sagrado, pones tu pecho a los hechos,

buena cara a malos tiempos.


Sancho que damos por nada,

mas presupones milenios de humildad bien aceptada,

no eres historia, te tengo

como se tiene la tierra, patria y matria, macerada.

Sancho-vulgo, Sancho-nadie, Sancho-santo,

Sancho de pan y cebolla

trabajado por los siglos de los siglos, cotidiano,

vivo y muerto, soterrado.


Se sabe sin apreciarlo que eres quien es, siempre el mismo,

Sancho-pueblo, Sancho-ibero,

Sancho entero y verdadero,

Sancho de España es más ancha que sus mil años y un cuento.

Vivimos como vivimos porque tenemos aún tripas,

Sancho Panza, Sancho-terco.


Vivimos de tus trabajos, de tus hambres y sudores,

de la constancia del pueblo, de los humildes motores.

Sancho de tú te la llevas,

mansa sustancia sin mancha,

Sancho-Charlot que edificas como un Dios a bofetadas,

Sancho que todo lo aguantas.


Sancho con santa paciencia,

Sancho con buenas alforjas,

que en el último momento nos das, y es un sacramento,

el pan, el vino y el queso.


Pueblo callado, soporte

de los fuegos de artificio que con soberbia explotamos,

Sancho-santo, Sancho-tierra, Sancho-ibero,

Sancho-Rucio y Rucio-Sancho que has cargado con los fardos.


Hoy como ayer, con alarde,

los señoritos Quijano siguen viviendo del cuento,

y tú, Sancho, les toleras y hasta les sigues el sueño

por instinto, por respeto, porque creer siempre es bueno.


Cabalgando en tus espaldas se las dan de caballeros

y tú, pueblo, les aguantas, y levantas —tentetieso—

lo que puede levantarse. Y aun sabiendo lo que sabes

nunca niegas tus servicios: ¡santo y bueno!

Sancho-Quijote y a un tiempo Sancho de basta de cuentos,

Sancho-amén de tiempo al tiempo,

Sancho que aun hecho y derecho, ya de vuelta del Imperio,

al señorito Quijano le tratas de caballero.


Sancho-claro, Sancho-recio,

Sancho que viste las cosas como son y te callaste,

metiendo el hombro, tratando

de salvarnos del derrumbe con tu no lírico esfuerzo.

Hombre a secas, Sancho-patria, pueblo-pueblo,

pura verdad, fiel contraste

de los locos que te explotan para vivir del recuerdo,

¡ya ha llegado tu momento!

Sancho-vulgo, Sancho-ibero,

porque tú existes, existen aún mi patria y mi esperanza.

Porque hay patria y esperanza vas a existir tú de veras

con menos sueño y más tierra.


Tu libertad es instinto. Tus verdades son sencillas:

al pan, pan, y al vino, vino,

y a cada cual lo debido:

lo que le cumple por hombre con un único camino.

Sancho-firme, Sancho-obrero,

ajustador, carpintero, labrador, electricista,

Sancho sin nombre y con manos de constructor, y un oficio,

viejo y nuevo, vida al día.


Quiero darte la confianza que pretendieron robarte.

Quiero decirte quién eres.

Quiero mostrarte a ti mismo tal como tú fuiste siempre,

Sancho-humilde, Sancho-fuerte.


En ti pongo mi esperanza

porque no fueron los hombres que se nombran los que hicieron

más acá de toda Historia —polvo y paja— nuestra patria,

sino tú como si nada.


Sancho-tierra, Sancho-santo, Sancho-pueblo,

tomo tu pulso constante,

miro tus ojos que brillan aún después de los desastres.

Tú eres quien es. ¡Adelante!




Quijote y Sancha, de Gloria Fuertes


Llevo dentro de mí Quijote y Sancha

como toda mujer de ancha

es Castilla,

llevo dentro de mí mora y judía,

llevo un trigal, un chopo y un viñedo.

Presta a luchar con mi locura cuerda

Quijote y Sancha contra el vulgar e injusto,

el ambiente es hostil pero da gusto

cuando soporto bien la burla y befa,

y a enderezar entuertos

y a embellecer a tuertas.

Luchar con verso en ristre

por conquistar la puerta

de un amor borrascoso.

¿Dónde mi Dulcineo?

¿En qué Toboso?[1]


Por la Mancha”, de Gloria Fuertes


Por la Mancha

Sancho se aquijota

y Quijote se ensancha.